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Mostrando entradas de marzo, 2023

Yo soy el Dios de Abraham

  Meditación sobre Mc 12,18-27 Después de los sumos sacerdotes, los escribas, los fariseos, los ancianos, y hasta los herodianos, ahora le toca el turno a los saduceos que, con una historieta idiota pretenden poner en apuros a Jesús acerca de la resurrección de los muertos. Pobre gente. Y qué triste es ver el profundo desprecio que todos tienen a su religión, a las Escrituras, a las cosas santas, que usan como un instrumento para atacar al Señor. ¿Dónde ha quedado el santo temor de Dios del Israel fiel?    Una vez más la sabiduría de Dios, que se ha encarnado en Jesús de Nazaret, encuentra la manera de transformarlo todo en poderosa revelación. Qué razón tiene San Pablo cuando les escribe a los Corintios: Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres . La sabiduría de Dios es el sello del obrar de Jesús, que aprovecha toda ocasión para revelarnos el amor que Dios nos tiene e irnos enseñando cómo se

La pregunta por la vida

Meditación sobre Lc 10,25-37 San Lucas nos invita a asistir al encuentro de Jesús con un doctor de la Ley, que va a preguntar lo único que realmente tiene importancia para el hombre; la suya es la pregunta que expresa el deseo más profundo del corazón: Se levantó un doctor de la Ley y dijo para tentarle: “Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” Él le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?” Respondió:  “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Le dijo: “Bien has respondido. Haz eso y vivirás”. El doctor de la Ley hace la pregunta al único que le puede responder. Solo Jesús, el Hijo que ha venido al mundo a traernos la vida que recibe del Padre y a darnos el poder de llegar a ser hijos de Dios, puede responder a esa pregunta. Lo hace con otra pregunta –modo habitual entre doctores de Israel para determinar bien el tema del diálogo– en la que remite

La cuestión del tributo

  Meditación sobre Mc 12,13-17 Estamos en Jerusalén. San Marcos nos había dicho que, tiempo atrás, en Galilea, con ocasión de una curación en sábado en una sinagoga, en cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle . Ahora faltan pocos días para la Pasión; la trampa está a punto de cerrarse. Una vez más Jesús va a tomar pie de una pregunta que le hacen algunos fariseos y herodianos –enviados por las autoridades del Sanedrín– para dejarnos una enseñanza de una importancia extrema para la historia de la humanidad. El horizonte hermenéutico para comprender esta revelación de Jesús está formado por sus años de trabajo en el taller de Nazaret y el encuentro que tendrá días después con Pilato en la Pasión. Le enviaron algunos de los fariseos y herodianos para hacerle caer en una trampa. Llegados, le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero, que no te da cuidado de nadie, pues no tienes respetos humanos, sino que enseñas según la verdad

Yo soy la Resurrección

Meditación sobre Jn 11,1-45 El evangelista nos ha dicho que los judíos de Jerusalén querían prender a Jesús. Por eso el Señor se marchó al otro lado del Jordán. Allí le llega la noticia de la enfermedad de Lázaro. Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, aquel a quien amas, está enfermo”. Al oírlo Jesús, dijo: “Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.  Qué modo tan delicado el de estas hermanas de hacerle saber a Jesús que cuentan con su ayuda. Cuánto revela de la nobleza de su relación con Jesús. El Señor deja claro que con la enfermedad de Lázaro va a resplandecer el amor de Dios por la vida, y que esa gloria le va a envolver a Él. Las misteriosas palabras del Señor

¿Quién decís que soy Yo?

Meditación sobre Mc 8,27-3 Otra vez Jesús recorriendo los caminos de Galilea, esos caminos que tantas veces le sirvieron de aula para enseñar a sus discípulos. Nosotros le acompañamos. Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que soy Yo?” Ellos le dijeron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas”. Y Él les preguntaba: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” Pedro le contesta: “Tú eres el Cristo”. Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él. Jesús hace dos preguntas. Con la respuesta a la primera se ve que es buena gente esta de Galilea. Han escuchado a Jesús predicar, le han visto tratar a las personas, curarlas y liberarlas de los espíritus inmundos, y han llegado a la conclusión de que Dios está con Él, que es un hombre de Dios, que está en la línea de los grandes profetas de Israel.     La pregunta importante es la segunda:

¿Qué queréis que os conceda?

Meditación sobre Mc 10,35-45 Jesús camina hacia Jerusalén. Ya les ha dicho a sus discípulos que va a encontrarse con la Cruz y la Resurrección.  Se acercan a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. Él les dijo: “¿Qué queréis que os conceda?” Ellos le respondieron: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Jesús les dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con el que Yo voy a ser bautizado?” Ellos le dijeron: “Sí, podemos”. Jesús les dijo: “El cáliz que Yo voy a beber sí lo beberéis, y también seréis bautizados con el bautismo con el que Yo voy a ser bautizado, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado”. Santiago y Juan quieren estar con Jesús en su gloria. Ese deseo es pura gracia de Dios; no lo puede poner en el corazón del hombre ni

Parábola de la cizaña del campo

Meditación sobre Mt 13,24-30.36-43 El Hijo de Dios ha venido al mundo a darnos el poder de ser trasplantados del reino del pecado al Reino de Dios. Del Reino de Dios nos habla con frecuencia recurriendo a las parábolas. Ésta es una de ellas. Otra parábola les propuso, diciendo: “El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿cómo es que tiene cizaña? Él les contestó: Algún enemigo ha hecho esto. Dícenle los siervos: ¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla? Díceles: No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y