Meditación sobre Ef 5,1-10 San Pablo acaba de decirnos: No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo En este horizonte continúa: Imitad, por tanto, a Dios, como hijos queridísimos, y caminad en el amor, lo mismo que Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios. Qué palabras tan admirables. En estas pocas líneas está contenido el misterio del cristianismo, que es un misterio de amor familiar. Emociona pensar que somos hijos queridísimos de Dios, que podemos imitar a nuestro Padre Dios caminando en el amor, por ese camino que ha abierto Cristo, y que le ha llevado a entregarse por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios. Me parece que hay que dejar que las
Meditaciones para amigos