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Mostrando entradas de abril, 2023

Jesús proclama el Evangelio de Dios

Meditación sobre Mc 1,14-20 Después del bautizo en el Jordán y de ser llevado por el Espíritu al desierto, donde permaneció cuarenta días, Jesús comienza la misión que su Padre le ha encomendado realizar. El evangelista va a marca claramente los tiempos: con Juan Bautista ha terminado el tiempo de la preparación; con Jesús se abre el tiempo del cumplimiento:   Después de haber sido apresado Juan, vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios y diciendo: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio”. Con la venida al mundo del Hijo de Dios se ha cumplido el tiempo de la promesa contenida en las palabras de Dios a la serpiente – Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar –. Y con el Hijo amado llega el Reino de Dios. Jesucristo ha venido a traernos el amor con el que el Padre le ama a Él y la vida que Él recibe del Padre. Cuando llegue la hora ll

El mismo David le llama Señor

  Meditación sobre Mc 12,35-37 En cierta ocasión, nos dice San Mateo, Jesús dirigió a sus discípulos la pregunta clave, y de cuya respuesta depende la vida eterna, la pregunta que, del modo que solo Él conoce nos dirige a cada uno: Vosotros ¿quién decís que soy Yo? Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo . Y Jesús le dijo: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos .     Jesús deja claro que Él es el Mesías -el Cristo–, el Hijo de Dios, y que esa revelación es obra de su Padre. Solo Dios nos puede revelar que su Hijo es el Mesías de Israel y, por tanto, el reino mesiánico que Jesucristo ha venido a implantar en el mundo es el Reino de Dios, el Reino en el que solo podremos entrar como hijos de Dios.    Esto no lo puede revelar la carne y la sangre, la sabiduría de este mundo. La ciencia humana se queda en un Mesías cuya descendencia de David es puramente biológica, y en un re

Cuando se hubieron burlado de Él

Meditación sobre Mc 15,15-20 En la Anunciación, el ángel Gabriel dijo a la Virgen: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin . El Señor Dios entronizará a Jesús como el Mesías Rey de Israel. Su Reino no tendrá fin. Eso es inamovible. Pero forma parte del designio de Dios el ofrecer a Israel el que reconozca a Jesús como Rey. Eso fue la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, en el Templo. Las autoridades de Israel no lo acogieron y, días después, lo entregaron a los romanos.     A Pilato le obsesiona el tema de la realeza de Jesús y, tal como nos cuenta San Juan, cuando se encuentra con Él la primera pregunta que le dirige es: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Ahí comienza un diálogo en el que Jesús, cuando Pilato

La oración de intercesión

Meditación sobre Lc 23,33-34 Las Escrituras de Israel están cuajadas de oraciones de intercesión. Particular importancia tiene la de Abraham pidiendo a Dios para salvar a Sodoma y de Gomorra, y la de Moisés intercediendo Israel ante el gravísimo pecado de idolatría con el becerro de oro. Y hay muchas otras, no pocas de ellas de una profunda belleza. Forman como un largo camino que Israel, seguro de ser escuchado por su Dios, fue recorriendo con confianza. Este camino culmina en la oración de intercesión de Jesús. Jesucristo, intercediendo en el trono de la Cruz y, ya Resucitado, sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, lleva a una plenitud insospechada esta admirable tradición que comenzó en Abraham y tuvo en Moisés un representante eximio. A esa tradición nos incorpora. Con la oración de intercesión aprendemos que nuestro Dios es un Dios compasivo y misericordioso, grande en perdonar. Del relato de la Pasión según San Lucas: Llegados al lugar llamado Calvario le crucifi

María unge al Señor

Meditación sobre Jn 12,1-11  San Juan va a seguir la última semana de la misión mesiánica de Jesús de forma tan detallada como siguió la primera. El Señor va a culminar la obra que el Padre le ha encomendado realizar. En la primera etapa del camino que le llevará a la muerte y resurrección, Jesús se encuentra con el amor agradecido de una mujer: Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.     Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: “¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?” Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bols

No estás lejos del Reino de Dios

  Meditación sobre Mc 12,28-34 Desde que Jesús hizo su entrada mesiánica en Jerusalén, el evangelista ha ido recogiendo las asechanzas de los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos, los fariseos y los herodianos, y de los saduceos. Ahora nos encontramos con la actitud leal y bienintencionada de un escriba. Quizá ha quedado impresionado por la respuesta de Jesús a los saduceos. En cualquier caso, este encuentro es como una brisa de aire fresco en la atmósfera putrefacta de Jerusalén. Por eso Jesús se entretiene en instruirle, y terminará manifestando la alegría de haberse encontrado con él. Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”    Jesús le contestó: El primero es: “Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás