Meditación sobre Mc 4,21-25 En el Cenáculo, a punto de dirigirse al encuentro con la Cruz, Jesús dijo a sus discípulos: Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. La Cruz es el candelero desde el que Jesús iluminará el mundo con su amor obediente al Padre. El Padre acogió la ofrenda de su Hijo y nos reconcilió con Él como hijos. Con este horizonte escuchamos a Jesús: Les decía: “¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga”. Jesús es la lámpara y la Cruz es el candelero. El Crucificado ilumina el mundo revelándonos que Él lo hace todo por amor a su Padre, para llevar a cabo la misión que el Padre le ha enc
Meditaciones para amigos