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Caminad en el amor

  Meditación sobre Ef 5,1-10 San Pablo acaba de decirnos:  No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo En este horizonte continúa: Imitad, por tanto, a Dios, como hijos queridísimos, y caminad en el amor, lo mismo que Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios. Qué palabras tan admirables. En estas pocas líneas está contenido el misterio del cristianismo, que es un misterio de amor familiar. Emociona pensar que somos hijos queridísimos de Dios, que podemos imitar a nuestro Padre Dios caminando en el amor, por ese camino que ha abierto Cristo, y que le ha llevado a entregarse por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios.     Me parece que hay que dejar que las
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La vida nueva en Cristo

  Meditación sobre Ef 4,17-32 San Pablo nos acaba de decir que la finalidad de la vida del cristiano es que, viviendo la verdad con caridad, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo . Con este entusiasmante horizonte escuchamos al Apóstol. Por lo tanto, digo y testifico esto en el Señor: que ya no viváis como viven los gentiles, en sus vanos pensamientos, con el entendimiento oscurecido, ajenos a la vida de Dios a causa de la ignorancia en que están por la ceguera de sus corazones. Los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas. Qué escena tan penosa. Están ajenos a la vida de Dios y, como consecuencia, han perdido el sentido moral y se han entregado a todo tipo de libertinaje. Como viven ajenos a Dios, que es la Luz, tienen el entendimiento oscurecido y el corazón ciego; viven en la ignorancia por excelencia, que es no conocer a Dios. Qué triste que puedan llegar a ese estado unas perso

La armadura de Dios

  Meditación sobre Ef 6,10-20 Las Cartas de San Pablo están cuajadas de páginas admirables dedicadas a invitarnos a luchar para ser fieles a Jesucristo. Son unas páginas en las que el Apóstol se va centrando en todas las dimensiones de la vida de fe del cristiano. Son páginas que hay que leer despacio, meditar en la oración y, con la gracia de Dios, esforzarse en vivirlas. Esta página que vamos a meditar se centra en las armas necesarias para vencer en la lucha en esos distintos campos, lucha cuya finalidad es permanecer fieles a Cristo Jesús. Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; revestíos con la armadura de Dios para que podáis resistir las insidias del diablo, porque no es nuestra lucha contra la sangre o la carne, sino contra los principados, las potestades, las dominaciones de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos que están en los aires. Por eso, poneos la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y, tras vencer en todo,

La palabra de la Cruz

Meditación sobre 1 Cor 1,17-31 Después del saludo y la acción de gracias, que tiene en esta Carta una gran densidad doctrinal, el Apóstol exhorta a los cristianos de Corinto a vivir la unidad y, como no quiere ser motivo de división, les aclara que, desde que se encontró con Jesús en el camino de Damasco, él conoce la misión para la que está en el mundo y cómo tiene que llevarla a cabo: Porque Cristo no me envió a bautizar sino a evangelizar, y no con sabiduría de palabras, para no desvirtuar la Cruz de Cristo. Realmente la palabra de la Cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Porque escrito está:  Destruiré la sabiduría de los sabios,  y anularé la inteligencia de los inteligentes .  ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el investigador de las cosas de este mundo? ¿No convirtió Dios en necedad la sabiduría del mundo? La palabra de la Cruz . Qué expresión tan poderosa y sugeren

Vivos para Dios en Cristo Jesús

  Meditación sobre Rom 6,1-11 San Pablo acaba de decirnos: Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros porque, siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. Con este horizonte escuchamos cómo obra el amor de Dios en nosotros: ¿Qué diremos, pues? ¿Que debemos permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De ningún modo! Los que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él? ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en Él con una muerte como la suya, también lo seremos con una resurrección como la suya; sabiendo esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado con Él para que fuera destruido el cuerpo del pecado, a fin de que ya nunca más sirvamos al pecado. Quien muere q

El Amor de Dios

Meditación sobre Rom 5,1-11  Pablo termina la meditación sobre la justicia de la fe, confesando:  Nosotros creemos en Aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación . Nosotros creemos en Dios Padre, que ha entregado a su Hijo Jesús por nuestros pecados, y lo ha resucitado para nuestra justificación; nosotros creemos en Aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos; nosotros creemos en el grande amor que Dios nos tiene. Y esa fe en Dios, en su amor y en su obra, nos justifica. De esto va nos hablará ahora el Apóstol: Justificados, por tanto, por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos acceso en virtud de la fe a esta gracia en la que permanecemos, y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios.     Pero no sólo esto: también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce la pacie

Pero Dios, que es rico en misericordia, ...

  Meditación sobre Ef 2,1–10 Después de la admirable revelación que el Apóstol nos ha dejado en el primer capítulo de la Carta acerca del designio salvador de Dios centrado en Jesucristo, San Pablo continúa: Y vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los cuales un tiempo caminasteis conforme al espíritu de este mundo, conforme al príncipe del poder del aire, el espíritu que actúa ahora en los hijos de la rebeldía; entre los cuales también nosotros todos nos hallamos en otro tiempo, en manos de la concupiscencia de nuestra carne, siguiendo los deseos de la carne y de los malos pensamientos, puesto que éramos por naturaleza hijos de la ira como los demás.  San Pablo es claro: tanto los efesios –gentiles– como los judíos estaban todos en poder de la muerte, hechos hijos de la rebeldía e hijos de la ira, sometidos al poder del príncipe de este mundo, y siguiendo los deseos de la carne. No había salida. La muerte tenía la última palabra. Hasta que intervino la misericord