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Mostrando entradas de noviembre, 2023

Permaneced en mi amor

Meditación sobre Jn 15,9-11 Estamos en el Cenáculo. Jesús está a punto de salir al encuentro con la Cruz. La revelación que nos va a dejar es conmovedora. “Como el Padre me amó, así os he amado Yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como Yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa”. Jesús es el Hijo amado del Padre; permanecer en el amor del Padre es la razón de su vivir; por eso guarda sus mandamientos. Esto es lo que tiene valor Redentor en la Pasión.    El Hijo Amado ha venido al mundo para traernos el amor del Padre, para amarnos con el amor con el que su Padre le ama. Ya sabemos lo que tiene que llenar nuestra vida: agradecer el amor con el que Jesús nos ama y pedirle la gracia necesaria para guardar sus mandamientos, que son portadores de su amor.    Y el Hijo Amado tiene la esperanza de que permanezcamos en su amor.

Mujer, ahí tienes a tu hijo

Meditación sobre Jn 19,25-30 Los soldados, después de crucificar a Jesús, se repartieron sus ropas y echaron a suertes la túnica para que se cumpliera: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica . El evangelista continúa:  Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.  Desde el ya lejano día en el que el ángel Gabriel se presentó en Nazaret para anunciarle que Dios la había elegido para ser la Madre de su Hijo, María supo que llegaría esta hora; aceptó la maternidad divina consciente de lo que Dios le pedía. Ha llegado la hora de ofrecer a su hijo Jesús al Padre; de llevar a perfección lo que, con su esposo José, realizó en el Templo de Jerusalén cuando el niño tenía pocas semanas

Yo soy Rey

Meditación sobre Jn 18,33-19,5 Del relato de la Pasión según san Juan: Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” Respondió Jesús: “¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?” Pilato respondió: “¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?” Respondió Jesús: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí”. Entonces Pilato le dijo: “¿Luego tú eres Rey?” Respondió Jesús: “Sí, como dices, Yo soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Le dice Pilato: “¿Qué es la verdad?” Pilato no tiene por qué preocuparse: el Reino de Jesús no es de este mundo, no pertenece al ámbito del poder, la riqueza, la mentira y la violencia. Jesús es Rey y manifiesta su R

Dos parábolas del Reino de Dios

Meditación sobre Mc 4,26-34 El comienzo de la misión de Jesucristo según San Marcos: Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva”. Jesús dedicará no pocas parábolas a revelarnos el misterio del Reino de Dios que Él nos trae y en el que nos invita a entrar. Escuchemos dos de esas parábolas:  Y decía: “El Reino de Dios es como un hombre que arroja la semilla en la tierra, y ya duerma, ya vele, de noche y de día, la semilla germina y crece, sin que él sepa cómo. De sí misma da fruto la tierra; primero la hierba, luego la espiga, en seguida el trigo que llena la espiga; y cuando el fruto está maduro, se mete la hoz, porque la mies está en sazón”. Desde que la semilla cae en tierra ya estamos en el ámbito del Reino de Dios, que tiene en sí mismo la fuerza vital para hacer que la semilla germine y crezca, y que llegue a dar fruto maduro para la siega.

El encuentro con la pecadora

Meditación sobre Lc 7,36-50 El relato que Lucas nos ha dejado del encuentro de Jesús con la mujer pecadora es conmovedor. El Espíritu Santo, con la colaboración de los Profetas, ha grabado en el corazón de esta mujer el sello del Israel fiel: tener conciencia del propio pecado y tener la seguridad de que su Dios es grande en perdonar. Escuchemos el relato: Un fariseo le rogó que comiera con él, y entrando en la casa del fariseo se puso a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume y, estando detrás de Él, a sus pies, llorando, comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume.  Esta mujer conoce a Jesucristo. Del modo que sólo el Espíritu Santo sabe, esta mujer ha adquirido la certeza de que en Jesús de Nazaret ha venido al mundo la misericordia de Dios. Y va a su encuentro. Sabe que Cristo entenderá el len

Tres revelaciones

  Meditación sobre Mt 9,35-38  Esta breve página del Evangelio de Mateo contiene una poderosa revelación. Jesús nos va a decir primero que ha venido al mundo para predicar el Evangelio y traernos la vida que Él recibe del Padre: Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.  Qué tierra tan privilegiada es Galilea. En Galilea se encarnó el Hijo de Dios, allí vivió la Sagrada Familia. En Galilea comenzó Jesús a proclamar el Evangelio de Dios, y esa región la recorrió Jesús durante tiempo invitando a la conversión y a la fe y haciendo poderosas obras de vida. Ninguna otra tierra en el mundo ha tenido una relación tan estrecha con Jesucristo. Los que conocen bien esta tierra consideran que ha dejado una huella profunda en Jesús, y sus parábolas se adaptan admirablemente a Galilea, a lo amable de su paisaje, a lo abierto de sus gentes, a lo suave de su clima, a lo fértil de su tierra; y a

Jesús les salió al encuentro

Meditación sobre Mt 28,1-10  En el atardecer del viernes, nos dice el evangelista, Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. Muerto el Señor, José de Arimatea se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le entregase. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro. Con este horizonte seguimos escuchando a Mateo:  Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias temblaron de miedo ante él y se quedaron como muertos.  Amanece el p