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Mostrando entradas de noviembre, 2022

El encuentro con Bartimeo

Meditación sobre Mc 10,46-52 El evangelista nos ha dicho que Jesús y los suyos iban de camino subiendo a Jerusalén. El Señor ya les ha revelado lo que allí le espera. La última etapa del camino arranca en Jericó.  Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, un ciego, Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al lado del camino pidiendo limosna. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos le increpaban para que callara, pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llamadle”. Llaman al ciego, diciéndole: “¡Ánimo, levántate! Te llama”. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego le dijo: “Rabbuní, ¡que vea!” Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino. En cuanto Bartimeo se pone a gritar

La Casa de mi Padre

Meditación sobre Jn 2,13-25 Hacia el año 740 el profeta Isaías tuvo una visión en el Templo de Jerusalén. Ese día escuchó la llamada de Dios. El relato de su vocación comienza así: El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima de Él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban. Y se gritaban el uno al otro:  «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot:  llena está toda la tierra de su gloria». Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo. Y dije:  ¡Ay de mí, que estoy perdido,  pues soy un hombre de labios impuros,  y entre un pueblo de labios impuros habito:  que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos! Casi ocho siglos después Jesús entrará en el Templo de Jerusalén –un edificio mucho más imponente que el del tiempo de Isaías–, pero sus ojos no ver

Grande en perdonar

Meditación sobre Is 55,6-9 Cuando nos disponemos a escuchar a un profeta de Israel ya sabemos lo que nos va a decir. Quizá no sepamos cómo nos lo va a decir –eso dependerá de cada profeta–, pero sí sabemos que nos va a invitar a abandonar los caminos que nos alejan de Dios y a convertirnos al Señor, a que seamos conscientes de nuestra condición de pecadores y a que nos volvamos a Dios confiando en su misericordia. Nos va a invitar a vivir la extraordinaria experiencia de encontrarnos con el perdón de Dios, que es lo único que de verdad llena de gozo y esperanza el corazón del hombre. Ésa es la misión de los profetas en Israel; para eso han sido elegidos y enviados por Dios. En el oráculo que vamos a escuchar, primero habla el profeta:  Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar, llamadle mientras está cercano.  Abandone el impío su camino,  el hombre inicuo sus pensamientos,  y vuélvase a Yahvéh,  que tendrá compasión de él;  a nuestro Dios,  que será grande en perdonar. Qué palabra

Haced esto en conmemoración mía

Meditación sobre la Plegaria Eucarística IV En el corazón de la oración Eucarística el sacerdote, en nombre de todos, le pide a Dios Padre: Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran Misterio que nos dejó como Alianza Eterna. De la seguridad de que el Padre escucha nuestra oración brota la vida Eucarística de la Iglesia. La oración se adentra ahora en lo más profundo del Misterio. El sacerdote va a acoger en su oración la oración de Jesús en la Última Cena: Porque Él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre Santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros”. Del mismo modo, tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, te dio gracias,