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Mostrando entradas de agosto, 2022

El encuentro con la mujer sirofenicia

Meditación sobre Mc 7,24-31  Cuando el ángel Gabriel informó a María iba a concebir en el seno y a dar a luz un hijo al que pondría por nombre Jesús, le reveló: Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. Jesús conoce –solo Él lo conoce– la importancia que Israel tiene en el designio salvador de Dios. Por eso, desde el Jordán hasta la Ascensión, Jesús se dedica exclusivamente a alimentar a Israel con el pan de vida de su palabra y de sus obras de poder. Éste es el horizonte para entender el encuentro que vamos a meditar. El relato arranca en Galilea, donde la gente atosiga a Jesús de tal manera que no les quedaba tiempo ni para comer. Y partiendo de allí se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido. En cuanto oyó hablar de Él, una mujer cuya hija tenía un espíritu impuro entró y se postró a s

Dejad que los niños vengan a Mí

Meditación sobre Mc 10,13-16 En el encuentro con Nicodemo Jesús nos revela: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él". La salvación consiste en acoger el amor de Dios. Por eso la mejor imagen de cómo recibir el Reino de Dios es la de los niños, que viven seguros y felices en el amor de sus padres: Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: “Dejad que los niños vengan a Mí; no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios. En verdad os digo: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él”. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos. Jesús nos dice que todos los que han entrado en el Reino de Dios en estos dos mil años de vida de la Iglesia – muchedumbre

El hijo del carpintero

Meditación sobre Jn 17,1-5 San Juan nos dice que el comienzo de la oración de Jesús en el Cenáculo fue así: Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha llegado la Hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que Tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame Tú junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese”. Ha llegado la Hora. Jesús termina su vida en la tierra. Ha sido una vida de trabajo. Hasta el bautismo en el Jordán trabajó la madera en el taller de Nazaret; después, hasta la Cruz, la palabra por los caminos de Galilea. Ahora nos da la clave del valor de su vida: ha llevado a cabo la obra que su Padre le ha encomendado realizar; así le ha glorifi