Ir al contenido principal

La Humanidad de Jesús

Meditación sobre Mt 13,53-58

Jesús, en la sinagoga de Cafarnaúm, nos revela:

“Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que Yo lo resucite el último día”.

Estas palabras de Jesús dan la razón de lo que va a suceder cuando Jesús, después de un tiempo enseñando en Cafarnaúm, vuelva a Nazaret.

Cuando Jesús hubo terminado estas parábolas, se alejó de allí. Viniendo a su patria les enseñaba en la sinagoga, de tal manera que, admirados, se decían: “¿De dónde le viene a éste tal sabiduría y tales prodigios? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? ¿Sus hermanas no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?” Y se escandalizaban de Él. Jesús les dijo: “Sólo en su casa y en su patria es menospreciado el profeta”. Y no hizo allí muchos milagros por su falta de fe.

Estas gentes no dejan obrar a Dios Padre; no buscan la voluntad del que ha enviado a su Hijo; no se dejan convertir por Dios en un don para Jesucristo, ni se dejan llevar por el Padre a la fe en su Hijo. Por eso, la Humanidad de Jesús, en lugar de camino que les lleve a la vida eterna, que les lleve a que Cristo Jesús les resucite el último día, se convierte en un obstáculo; les lleva a escandalizarse del Redentor.

Todo lo que estas gentes de Nazaret dicen de Jesús es verdad. Jesús es miembro de una familia humana, y toda familia que lleve el sello de la Familia de Nazaret estará colaborando con Él en la obra de la Redención. Y Jesús es un trabajador, y todo trabajo que lleve el sello del taller de Nazaret será un trabajo corredentor.


Qué asombroso misterio el de la Humanidad de Jesucristo. Escandalizarse de la Humanidad de Jesús es encerrar la vida de familia y de trabajo de las personas en el ámbito de la muerte cuando, según la voluntad de Dios, deben ser la puerta para entrar en la vida eterna, en la vida de hijos de Dios.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Las mujeres de Galilea

Meditación sobre el Evangelio de San Lucas  Después de relatarnos el encuentro de Jesús con la pecadora arrepentida, San Lucas nos dice: Y aconteció luego de esto que recorrió Él una tras otra las ciudades y aldeas predicando y anunciando el Evangelio del Reino de Dios. Con Él iban los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, y Juana, la mujer de Cuza, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas, las cuales le servían de sus bienes. Qué tierra tan privilegiada es Galilea. En Galilea se encarnó el Hijo de Dios, allí vivió la Sagrada Familia tantos años, y en esa región comenzó Jesús a proclamar la Buena Nueva de Dios. Ninguna otra tierra en el mundo ha tenido una relación tan estrecha con el Señor. Los escrituristas que conocen bien esta región  consideran que ha dejado una huella profunda en Jesús, y que sus parábolas se adaptan admirablemente a Galilea: ...

Vivir según el Espíritu

Meditación sobre Ga 5,13–26 Jesús, enseñando en el Templo de Jerusalén, nos reveló que la libertad que nos hace realmente libres solo nos la puede dar Él: “En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre, mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres”. De la verdadera esclavitud, que es la del pecado, sólo Dios nos puede liberar. Para liberarnos de esa esclavitud ha venido el Hijo de Dios al mundo. Con la libertad de hijos que de Él recibimos podremos quedarnos en la Casa del Padre para siempre. No hay otra libertad real que la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Todo otro planteamiento está marcado con el sello de la esclavitud del pecado. Con este horizonte escuchamos a San Pablo: Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. Pues...

Yo y el Padre somos uno

  Meditación sobre Jn 10,22-30 Otra vez está Jesús enseñando en el Templo de Jerusalén. La profunda revelación que vamos a escuchar brota de la pregunta que le hacen los judíos. Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: “¿Hasta cuándo vas tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”. Es igual cómo se lo diga porque, como no creen en Él, no van a recibir su palabra como Palabra de Dios; las recibirán como palabra de hombre; y la palabra de hombre no nos puede llevar al misterio de Jesús, el Cristo, al misterio del Hijo de Dios.    Pero Jesús no habla solo para ese puñado de judíos que se acercan a Él en el pórtico de Salomón. Eso sería perder el tiempo. Jesús habla para los millones de cristianos que creerán en Él a lo largo de los siglos, y que están deseando acoger sus palabras en la fe como Palabra de Dios. Por eso la poderosa...