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Mostrando entradas de 2024

El que no está conmigo está contra mí

  Meditación sobre Lc 11,14-23 Lo que ahora nos va a narrar San Lucas tiene una riqueza de revelación muy grande. Ante lo que vamos a escuchar hay que preguntarse si lo importante es la expulsión del demonio. No. Eso no es lo importante. Lo importante es el poder de hacer el bien que Jesús ha traído al mundo. Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Qué admirable obra del Hijo de Dios: expulsando al demonio le da a este hombre el don de la palabra y el don de la libertad; le reintegra plenamente a la sociedad humana. Jesús manifiesta su poder sobre los demonios, pero el verdadero poder del Señor, el poder que es verdaderamente divino, es el poder de hacer el bien.     También Satanás, príncipe de los demonios, tiene p...

Yo os digo

  Meditación sobre Lc 11,5-13 Jesús nos ha enseñado en la oración dominical lo que tenemos que pedir al Padre. Ahora nos va a decir cómo hacerlo, y lo primero que nos va a decir es que nuestra oración tiene que ser perseverante. Lo hace con un ejemplo de lo que sucede entre los hombres; Jesús enmarca su pequeña historia en el horizonte de los que le escuchan: Les dijo también: “Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: «Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle»; y aquél, desde dentro, le responde: «No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos»; os aseguro, que si no se levanta a dárselo por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite”. El mensaje de la parábola es bien claro: hay que pedir hasta conseguir lo que se pide; hay que pedir con perseverancia, con insistencia, con confianza; h...

Mi casa será casa de oración

  Meditación sobre Lc 19,41-48 Jesús, montado en un borrico, se acerca a Jerusalén envuelto en la alegría y en los cantos de alabanza a Dios de toda la multitud de los discípulos. Hasta que avistó la ciudad. Jesús sabe a qué atenerse sobre los sentimientos y sobre el destino de la gran ciudad y Él, que es el enviado de la misericordia de Dios, se entristecerá hasta llorar por ella. Pero seguirá adelante para llevar a cabo la obra que el Padre le ha encomendado realizar. Faltan ya pocos días para la Pasión san Lucas, con unas líneas penetradas de bondad y melancolía, nos dice que la entrada mesiánica de Cristo en Jerusalén terminó en lágrimas: Y cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: “¡Si conocieras también tú en este día lo que te lleva a la paz! Sin embargo, ahora está oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que no sólo te rodearán tus enemigos con vallas, y te cercarán y te estrecharán por todas partes, sino que te aplastarán contra el suelo a ti...

El encuentro con Nicodemo

  Meditación sobre Jn 3,1-21 Nicodemo es un hombre grande; un hombre que se portó de forma magnífica, junto con José de Arimatea, en el Descendimiento y en la Sepultura del Señor. Los dos tuvieron el gran honor de tomar el cuerpo de Jesús muerto, envolverlo en lienzos con los aromas, y depositarlo en el sepulcro. Fueron los últimos que pudieron manifestar su amor al Señor en esta tierra. Cuando, muy de mañana del primer día de la semana, las mujeres de Galilea lo intenten se encontrarán ya con Jesús Resucitado. San Juan nos cuenta el primer encuentro de Nicodemo con Jesús. Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: “Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él”. Jesús le respondió: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Jesús va a lo esencial. Él, como bien dice Nicodemo, ha veni...

Omnipotencia suplicante

  Meditación sobre Jn 16,12–15 Jesús, en el Cenáculo, a punto ya de dejar a sus discípulos, les revela:  “Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”. En ese «de lo mío» que el Hijo recibe del Padre y que el Espíritu de la verdad nos va revelando desde que vino a nosotros, está contenida la vida de Jesús, todas sus palabras y sus obras. El Espíritu Santo va grabando su revelación en la vida de la Iglesia que es, así, el horizonte hermenéutico para conocer a Jesucristo. Nos centramos en la oración de intercesión de Jesús en la Cruz. Nos dice San Lucas: Cuando llegaron al lugar llamado «Calavera», le crucificaron ...

Glorificad a Dios en vuestro cuerpo

  Meditación sobre 1 Cor 6,12-20 San Pablo les ha advertido a los cristianos de Corinto que, algunos de ellos, pertenecían al grupo de los injustos que no iban a heredar el Reino de Dios. Y les revela que su conversión ha sido obra de la Santísima Trinidad: Habéis sido lavados,  habéis sido santificados,  habéis sido justificados  en el nombre de Jesucristo el Señor  y en el Espíritu de nuestro Dios. Con este horizonte seguimos escuchando al Apóstol, que nos va a dejar el principio que gobierna la materia del sexto mandamiento. Su moral tiene una notable altura, amplitud y penetración. Se mueve en el mundo de la libertad, de la relación con Dios, de la unidad con Cristo, y de la inhabitación del Espíritu Santo. Como siempre subraya, y de qué manera, la dignidad del cristiano. «Todo me es lícito»; mas no todo me conviene. «Todo me es lícito»; mas ¡no me dejaré dominar por nada! «La comida para el vientre y el vientre para la comida». Mas lo uno y lo otro destruir...

Quien me juzga es el Señor

  Meditación sobre 1 Cor 3,16-4,5 Desde el comienzo de la Carta, el Apóstol ha salido al paso de las divisiones y discordias que existen en la Iglesia de Corinto. Esas divisiones y discordias son el fruto de dejarse guiar por la sabiduría según el mundo, la sabiduría que da una importancia que no tiene a cosas que no son esenciales en el cristianismo. El Apóstol va a dejar claro que la sabiduría de este mundo es necedad delante de Dios. Y, les dice el Apóstol, lo único que conseguirán es destruir la Iglesia: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, que sois vosotros, es santo. Qué palabras tan preciosas. Qué dignidad tenemos los cristianos. Somos templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros. Y en ese templo de Dios, que es santo, tiene que reinar la caridad. Por eso Pablo exhorta a los cristianos de Corinto a que nadie se gloríe en los hombres: ...