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Mostrando entradas de junio, 2025

Yo soy el Pan vivo

Meditación sobre Jn 6,48-59 Estamos en la sinagoga de Cafarnaún. Las palabras de Jesucristo  revelándonos  el misterio de la Eucaristía son de un realismo tan fuerte que  excluyen  cualquier interpretación en sentido figurado: “Yo soy el Pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;  éste  es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el Pan vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre; y el pan que  Yo le  voy a dar es mi carne, por la vida del mundo”. Qué palabras tan concisas y poderosas. Jesús se centra en la finalidad del obrar de la Santísima Trinidad, que es darnos la vida, la vida plena, la vida eterna. Es la vida que Jesús nos va a dar en la Eucaristía, porque Él es el Pan de vida, el Pan vivo bajado del cielo. Jesús sigue profundizando su revelación: Discutían entre sí los judíos y decían: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”    Jesús les dijo: “En ...

La mirada de Dios

Meditación sobre Lc 1,26-33 La Sagrada Escritura se abre con el relato de la  Creación . Cada uno de los días en los que el autor estructura su narración se cierra con las mismas palabras:  Y vio Dios que estaba bien . C uando, para culminar su obra, Dios crea al ser humano, el libro del Génesis dice:  Vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien . La mirada de Dios se complace en su obra. Todo está muy bien, porque todo lo ha hecho Dios con Sabiduría y Amor; todo es muy bueno, porque todo ha brotado de su Corazón. El pecado transforma la mirada de Dios. El libro del Génesis nos dice: Viendo  Yahveh cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra, y cómo todos sus pensamientos y deseos de su corazón no eran de continuo sino el mal, Yahveh se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra,  doliéndose  grandemente en su corazón. Qué palabras tan tristes. La obra que ha brotado del Corazón de Dios como un desbordarse de su bonda...

La blasfemia contra el Espíritu Santo

Meditación sobre Mc 3,20-30 Justo después de la elección de los Doce, Jesús vuelve con sus discípulos a Cafarnaúm: Llegados a casa, se aglomera otra vez la muchedumbre, tanto que ni podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues se decía: ‘Está fuera de sí’. Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ‘Tiene a Beelzebul, y en virtud del príncipe de los demonios expulsa los demonios’. Quizá los parientes de Jesús estaban preocupados por las noticias que les llegaban de la carga de trabajo de Jesús, que no tenía tiempo ni para comer. Pero a Jesús eso no le afecta mucho. Cuando se disponía a curar a un ciego de nacimiento les comentó a sus discípulos: “ Tenemos que trabajar en las  obras del que  me  ha enviado  mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar”. Los escribas bajados de Jerusalén no pueden ser más innobles: en lugar de alegrarse porque algunos hombres hayan sido liberados de la posesión diabólica y...

El taller de Nazaret

Meditación sobre Jn 17,1-5 San Juan nos dice que el comienzo de la oración que Jesús dirigió a su Padre en el Cenáculo, justo antes de encaminarse al encuentro con la Cruz, fue así: Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha llegado la Hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que Tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame Tú junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese”. Ha llegado la Hora. Jesús  termina su vida en la tierra. Ha sido una vida de trabajo. Hasta el bautismo en el Jordán trabajó la madera en el taller de Nazaret; después, hasta la Pasión, trabajó la palabra por los caminos de Galilea; y, por último, el trabajo por excelenci...

Recibid el Espíritu Santo

Meditación sobre Jn 20,19-31 El primer encuentro de Jesús Resucitado con sus discípulos ocurrió, según San Juan, de esta manera: Al atardecer de aquel día, el siguiente al sábado, con las puertas del lugar donde se habían reunido los discípulos cerradas por miedo a los judíos, vino Jesús, se presentó en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también Yo os envío”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. Jesús muestra a sus discípulos las heridas de la Cruz. Esas llagas son, en el cuerpo del Resucitado, el testimonio de que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, que con sus heridas hemos sido curados. El Padre ha aceptado la ofrenda que Jesús le ha hecho de su ...

Embajadores de Cristo

Meditación sobre 2 Cor 5,10–21 Un rasgo muy de agradecer en San Pablo es que va siempre a lo esencial: Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba conforme a lo bueno o malo que hizo durante su vida mortal. Por tanto, conscientes del temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres, pues ante Dios estamos al descubierto. La vida mortal tiene una importancia extrema, porque es tiempo para preparar la comparecencia ante el tribunal de Cristo. Hacer el bien es la única inversión rentable en nuestra vida. Las palabras de Pablo llenan el corazón de paz: sé lo que tengo que hacer, y la gracia de Cristo no me va a faltar. Dios me conoce; ante Él estoy al descubierto; si tengo que pedirle perdón se lo pediré cuantas veces sea necesario. Así que, tranquilo y a la tarea, a pasar por este mundo haciendo el bien. Y a no descuidar los actos de contrición.    Las palabras de Pablo llenan el corazón del santo temor del Señor, del único temor digno...

Señor, enséñanos a orar

Meditación sobre Lc 11,1-4 Nos dice  San Lucas: Y sucedió, que hallándose Él orando en cierto lugar, así que acabó le dijo uno de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”. Ver orar a Jesús debía ser algo conmovedor. Por eso la petición de ese discípulo es una petición que cada cristiano tiene que hacer propia. Solo la oración que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, dirige al Padre es verdadera oración. Por eso solo Jesús puede enseñarnos a rezar y solo Él, introduciéndonos en su oración, puede hacernos capaces de rezar como hijos de Dios. Él les dijo: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos dejes caer en tentación”. Jesús nos dice:  Cuando oréis, decid: Padre . Solo Jesús puede llamar «Padre» a Dios en sentido propio, porque es el Hijo Unigénito, de la misma naturale...

El encuentro con el paralítico

Meditación sobre Mc  2,1-12 El  encuentro de Jesús con un paralítico tuvo una cierta nota de espectáculo. Sucedió en Cafarnaúm, en lo que fue la casa de Jesús durante el tiempo de misión en Galilea. Entró  de nuevo en Cafarnaúm. Al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra. Qué sitio tan privilegiado es Cafarnaúm: allí resonó con particular abundancia la palabra del Verbo Encarnado; cuántas fueron las grandes obras de curación y liberación de demonios que Jesucristo realizó en esta pequeña ciudad. En Cafarnaúm había gente admirable. Vamos a conocer algunos. Es gente a la que no se les pone nada por delante con tal de que su amigo se encuentre con Jesús; gente que nos ha dejado un claro ejemplo de lo que es la verdadera amistad: llevar a nuestros amigos a encontrarse con Jesucristo. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder  prese...

Sal y luz

Meditación sobre Mt 5,13-16 Justo después de l as Bienaventuranzas, que hacen de pórtico al Sermón del Monte, el Señor nos dice: “ Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Para nada vale ya sino para ser tirada  fuera  y ser pisoteada por los hombres”. La sal preserva de la corrupción. E l pecado, que abrió la puerta a la muerte, convirtió la Creación en un gran pudridero. Jesús nos da el poder de ser sal de la tierra. La Carta a los Hebreos lo explica así: ¡Cuánto más la Sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!   La Sangre de Cristo nos da el poder de convertirlo todo en culto al Dios vivo. Un culto que, desde el corazón del mundo del pecado, se eleva  a Dios en una continua alabanza y acción de gracias, en nuestro propio nombre y en el de toda la creación; en una continua intercesión por...