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Mostrando entradas de febrero, 2025

Padre, glorifica tu Nombre

  Meditación sobre Jn 12,20-36 Justo después de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén pocos días antes de la Pasión, San Juan nos dice: Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Estos son los primeros griegos que vienen a encontrarse con Jesús, que quieren verlo. Desde estos primeros será incontable el número de no judíos –es lo que «griego» significa en el Evangelio– que quieran ver a Jesús, y a los que ese encuentro les cambiará la vida. Qué bien expresada está lo que va a constituir la misión de los apóstoles de Jesús en la Iglesia: llevarnos al encuentro con Jesús. La respuesta de Jesús va a manifestar que no es mera curiosidad la de estos hombres. Su deseo le da ocasión al Señor para dejarnos una poderosa revelación: Jesús les respondió: “Ha llegado la hora de que sea glorifi...

El Espíritu Santo y la Iglesia

  Meditación sobre 1 Cor 12,1-13 En esta página San Pablo nos revela una dimensión de la acción del Espíritu Santo en el misterio de la Iglesia de Jesucristo: En cuanto a los dones del Espíritu, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo. San Pablo quiere cortar de raíz toda confusión que los cristianos de Corinto pudieran conservar del tiempo en que vivían en la idolatría. Por eso deja claro que la Iglesia, solo la Iglesia, es el lugar donde obra el Espíritu Santo; el lugar donde, con el Espíritu Santo, se puede confesar: «¡Jesús es Señor!». La Iglesia es el lugar donde nadie permanece en la ignorancia acerca de Cristo Jesús, el Hijo Unigénito de Dios venido en carne; porque el Espíritu Santo nos lo revela. Y esa revel...

La Cena del Señor

  Meditación sobre 1 Cor 11,17-34 Esta es una de las páginas más notables de los escritos de San Pablo. Comienza con la descripción de las asambleas litúrgicas de la Iglesia de Corinto; esta parte es, como veremos enseguida, profundamente entristecedora. Queda  claro que, si no escuchan al Apóstol y cambian radicalmente, la Iglesia de Corinto desaparecerá en breve plazo; quedará reducida a un conjunto de sectas que se irán disolviendo en el paganismo circundante. La Iglesia Católica no puede subsistir si no vive con profundidad el Misterio Eucarístico y la unidad que brota de ese Misterio. La situación en Corinto: Y al daros estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien. Pues, ante todo, oigo que, al reuniros en la asamblea, hay entre vosotros divisiones, y lo creo en parte. Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud.     Cuando o...

La unidad de la Iglesia

  Meditación sobre 1 Cor 10,14-22 San Pablo es un gran campeón de la unidad de la Iglesia. Su primera Carta a los Corintios es una defensa poderosa de la unidad. Pablo entiende claramente que, sin unidad, la Iglesia no tiene futuro; y que la unidad es luz que alumbra el camino para vivir centrados en lo esencial.  El Apóstol comienza este capítulo de su Carta diciendo: No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar; y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no fueron del agrado de Dios, y por eso sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. ¿Por qué los cuerpos de la mayoría de los israelitas que vivieron unas gracias tan extraordinarias de Dios no entraron en la Tierra Prometida? La respuesta de Pablo es clara...

El Amor de Dios

  Meditación sobre Rom 5,1-11  Pablo ha terminado la meditación sobre la justicia de la fe, confesando:  Nosotros creemos en Aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos, el cual fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación . Nosotros creemos en Dios Padre, que ha entregado a su Hijo Jesús por nuestros pecados, y lo ha resucitado para nuestra justificación. Nosotros creemos en Aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos. Nosotros creemos en el gran amor que Dios nos tiene. Y esa fe en Dios, en su obra, y en su amor,  nos justifica, nos va haciendo crecer en santidad. De esto va nos hablará ahora el Apóstol: Justificados, por tanto, por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos acceso en virtud de la fe a esta gracia en la que permanecemos, y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios. Pero no sólo esto: también nos gloria...

El corazón del hombre

  Meditación sobre Mc 7,1-23 Los evangelios nos han dejado el relato de un largo juicio al que los sacerdotes, los escribas, y los fariseos someten a Jesús. Desde que comenzó a anunciar la cercanía del Reino de Dios, el Señor está sometido a juicio por las autoridades religiosas de Jerusalén. Cuando, en el comienzo de la Pasión, lleven a Jesús ante el Sanedrín presidido por el Sumo Sacerdote estaremos asistiendo a la última escena de esta gigantesca farsa. Con este horizonte escuchamos a San Marcos: Se reúnen junto a Él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron a algunos de sus discípulos que comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavar. Como los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen, y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas, por ello, los fariseos y...