Meditación sobre Lc 1,38-45 El encuentro de Jesús con un centurión en Cafarnaúm termina con una alabanza de la fe: “Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande” . Y lo mismo con la mujer sirofenicia: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres” . Y en tantos otros encuentros. A Jesús le admira encontrar personas de fe, porque la fe es la puerta que abre la vida del hombre a la Salvación. Además, en todas estas alabanzas resuena la primera alabanza de la fe que, inspirada por el Espíritu Santo encontramos en los Evangelios, que es la alabanza de la fe de María; Jesús está alabando la fe de su Madre, que es la fe que hace posible la del centurión, la de la cananea y la nuestra. El relato de la Anunciación termina con el acto de fe de María: Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel dejándola se fue. Y, acogiendo la sugerencia que el ángel le dio –quizá para confirmarla en la fe, desde luego para dejarnos un po...
Meditaciones para amigos