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Mostrando entradas de mayo, 2024

El prendimiento

  Meditación sobre Mc 14,41-52 Jesús termina la oración en Getsemaní con un anuncio dramático a sus discípulos: “Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca”.   Jesús sabe que ha llegado la hora decretada por el Padre, y se introduce en la Pasión con particular señorío; y de forma serena y deliberada se dejó entregar en manos de los pecadores. Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela». Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron. Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la orej...

Getsemaní

  Meditación sobre Mc 14,32-42  En el Cenáculo, a punto de encaminarse al Huerto de los olivos, Jesús dice a sus discípulos: “Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí”. La Pasión a la que Jesús se encamina es el testimonio que nos deja del amor a su Padre y de su obediencia, de que obra según el Padre le ha ordenado. Nadie le fuerza, nadie le impone nada, ni el Príncipe de este mundo, ni el sanedrín, ni Pilatos, ni nadie. Jesús sufrió la Pasión porque, cuando llegó la hora determinada por su Padre Dios, serena y deliberadamente se sometió al sufrimiento. Eso es Getsemaní: Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: “Sentaos aquí, mientras yo hago oración”. Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: “Mi alma está triste hasta el...

Mi casa será casa de oración

  Meditación sobre Lc 19,45-48 En lo que muchos consideran el comienzo de la tercera parte del libro de Isaías, escuchamos un oráculo que expresa el sentido y el valor que el Templo de Jerusalén tiene a los ojos del Dios de Israel. Las palabras del Señor dejan claro que los lazos para formar parte de la comunidad de su pueblo ya no serán estrictamente los de la sangre; lo esencial será el amor a Dios y la obediencia a su Alianza. Porque esto dice el Señor:  “En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para su ministerio, para amar el nombre de Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado sin profanarlo y a los que se mantienen firmes en mi alianza, Yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”. Qué palabras tan preciosas. El Dios de Israel se refiere al Templo con el título: «mi casa de oración»; y especif...