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Mostrando entradas de agosto, 2024

Cállate y sal de él

Meditación sobre Mc 1,21-28 Jesús ha llamado ya a los primeros –Simón, Andrés, Santiago y Juan–, que lo han dejado todo y le han seguido. Ahora el evangelista habla en plural. En ese plural nos podemos incluir nosotros. Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.  Qué día tan glorioso para la sinagoga de Cafarnaúm. Desde tiempo atrás la sinagoga judía era el lugar donde resonaba la palabra que Dios dirigía a su pueblo por medio de Moisés y los Profetas. Hoy esta sinagoga acoge la Palabra consustancial de Dios, que ha venido al mundo en Jesús de Nazaret. Hoy el sábado y la sinagoga adquieren su verdadero sentido y grandeza; una grandeza que ya nadie les podrá quitar. Vamos a asistir al encuentro de Jesús con un espíritu inmundo. Enseguida vamos a ver que ese espíritu inmundo conoce a Jesús. Por su presencia, por su enseñanza y, quizá, po...

Jesús carga con su Cruz

  Meditación sobre Jn 19,16-24 Tiempo atrás, hablando en Jerusalén sobre quién es el que da testimonio de Él, el Señor nos reveló: “Pero Yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, pues las obras que me ha dado mi Padre para que las lleve a cabo, las mismas obras que Yo hago, dan testimonio acerca de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me ha enviado, Él mismo ha dado testimonio de mí”. Con este horizonte nos vamos al relato de la Pasión, donde Pilato, ante la presión de los judíos y de los príncipes de los sacerdotes, entrega a Jesús para que lo crucifiquen. El Procurador Romano, el representante del poder político en este mundo, ha dictado sentencia; ya no hay nada que hacer: Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús y Él, cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.  Jesús carga con su Cruz. Ya lo habí...

Dios está por nosotros

Meditación sobre Rom 8,31-39 El Apóstol cierra este admirable capítulo de su  Carta con un himno al Amor de Dios: Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica; ¿quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios y que intercede por nosotros?  Estamos en el corazón del cristianismo: Dios está por nosotros . Y lo está hasta el extremo de entregar por todos nosotros a su propio Hijo. Qué fuerte es la expresión: El que no perdonó ni a su propio Hijo . Una vez que Dios nos ha dado a su Hijo, nos dará con Él todas las cosas. Ya nadie podrá condenarnos. El Apóstol no puede expresar con más fuerza el amor que Dios nos tiene y la seguridad que le da ese amor.     Por eso, si Dios es quien justific...

La vida en el espíritu

Meditación sobre Rom 8,1-13  El capítulo octavo tiene una importancia especial en la Carta a los Romanos. El Apóstol lo comienza con una afirmación decisiva: Así pues, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que era imposible a la Ley, reducida a la impotencia de la carne, Dios lo ha hecho posible: enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y a causa del pecado, ha condenado el pecado en la carne, a fin de que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos según la carne, sino según el espíritu. Qué revelación tan preciosa. El núcleo es, como siempre, el amor que Dios nos tiene, ese amor que le lleva a enviarnos a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado para condenar el pecado en la carne. Así somos hechos capaces de estar en Cristo Jesús y podremos andar según el espíritu –la gracia santifican...

Buscáis a Jesús Nazareno

Meditación sobre Mc 16,1–8 Pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y, muy de mañana, al día siguiente del sábado, llegaron al sepulcro cuando ya estaba saliendo el sol. Y se decían unas a otras: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?”  Amanece el día que ya no tendrá ocaso, porque la Resurrección de Jesucristo transforma el ámbito de la creación. Qué escena tan preciosa. Estas mujeres, que han acompañado a Jesús desde Galilea, se ponen en camino para prestar un último servicio a su Señor. Qué sorpresa se van a llevar cuando conozcan cuál es el servicio que le prestarán.  Y al mirar vieron que la piedra había sido removida, a pesar de que era muy grande. Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron muy asustadas. Él les dice: “No os asustéis; buscáis a Jesús Nazareno, el Crucificado. Ha Resucitado, no está aquí; mirad el l...